domingo, 17 de junio de 2012

El toreo, como herramienta de liderazgo y de "team building" para empresas. Entrevista a Eduardo Dávila Miura en el Diario Expansión.





El torero Dávila Miura y el Club de Aficionados Prácticos estrenan una nueva modalidad para las empresas, el "team building" taurino. El toreo nace como herramienta de unión y liderazgo entre  empresarios y directivos.




A Eduardo Dávila Miura la sangre no le fluye, le embiste de arriba a abajo y de abajo a arriba. De su árbol genealógico más que ramas nacen astas, entroncadas en uno de los linajes más legendarios de la historia de la tauromaquia.Decir Dávila es hablar de toros y decir Miura es evocar la empresa ganadera más célebre (y temida) de los últimos tres siglos en España.

Empresa y toros. En la bisectriz de esos dos mundos se mueve ahora el matador Dávila Miura, que se retiró de los ruedos en plenitud, en 2006. Colgó el traje de luces y se enfundó de inmediato la chaqueta y la corbata para evitar sufrir la tentación de reaparecer, como asegura el diestro sevillano en una entrevista con EXPANSIÓN.
Ahora aplica a la economía todo lo que mamó desde la cuna, porque "el empresario tiene que ser un poco torero y asumir el riesgo que implica el liderazgo. Ambas profesiones están más cerca la una de la otra de lo que pensamos".

Por ejemplo: "La presión y la responsabilidad que puede sentir hoy un directivo es perfectamente similar a la que tiene un torero en un día importante". Los dos, diestro y empresario, "están muy solos a la hora de tomar las decisiones".

Para introducir la metafísica taurina en el entramado empresarial, Dávila Miura lidia como único espada en conferencias destinadas a formar a ejecutivos. Algunas de sus ponencias versan sobre el liderazgo, la superación del miedo ante las adversidades o "el autoconocimiento y la autogestión", que conforman la base para alcanzar la seguridad en uno mismo y el máximo rendimiento.

A Dávila Miura los directivos le preguntan con mucha frecuencia sobre la cornada, sobre ese miedo a los gañafones que da la adversidad, tanto en la cara de un morlaco de 600 kilos como en la brega empresarial. Y Dávila tiene clara la respuesta: "El torero asume mucho mejor la cornada que el fracaso. El miedo al fracaso es mayor que el miedo a la cornada".
Así que "hay que pensar en positivo". Por ejemplo, en una conferencia a altos cargos de Grupo Santander, Dávila les previno contra el exceso de información negativa, ilustrándolo con un lema que siempre ha guardado en la faltriquera de su filosofía vital: "Lo conseguí porque no sabía que era imposible".

El diestro sevillano trabaja con las consultoras Make a team (en donde alterna con Jorge Valdano, Andoni Zubizarreta y el ex baloncestista Juan Antonio Corbalán, entre otros), Isavia y Diocles. Y apela a esos ingredientes emocionales que tan a flor de piel están en los toros y tanto se suelen esconder en las empresas: "Para torear y para dirigir hace falta técnica y formación, sí, pero a la hora de las grandes decisiones hay que poner corazón y apostar con confianza, para generar más confianza aún", afirma. O sea, echar la pata palante, en argot taurino.

Además, el liderazgo es muy acusado en los toreros. "Una cosa es mandar y otra liderar", diferencia Dávila. Lo primero "es fácil" y para lo segundo "hace falta afectividad y hablar claro a los empleados, pero también cantarles mucho lo bueno, para que lo refuercen". Y un aspecto esencial es "hacerles partícipes" de las decisiones, aunque las tome "a solas" el líder.

Y a solas torea ahora Eduardo Dávila Miura junto a la Giralda. Pero vestido con chaqueta y corbata. Ése es su nuevo uniforme. Ésa es su nueva vida. Ya no le teme a la cornada, pero sí a ese toro zaino que se llama fracaso. A ése no hay empresario que lo ahuyente.

Aprender a torear, una herramienta para el team building

Todas las actividades empresariales de Dávila Miura están íntimamente ligadas al arte de Cúchares. Es apoderado de dos toreros (Rafaelillo y Rubén Pinar), promotor de turismo cultural taurino –que ya han disfrutado ejecutivos de Santander y Mapfre, entre otros– y director del Club de Aficionados Prácticos Taurinos, con el que enseña a torear a todo el que quiera.

Estos cursos se han destapado como una actividad empresarial muy demandada por sus beneficios a la hora de mejorar la dinámica de grupo, el liderazgo y la confianza. Por ejemplo, en una jornada de team building, los directivos de Helvetia tenían que dividirse en dos grupos: uno de gastronomía y otro de toreo.

Pero los cocineros abandonaron los fogones en cuanto vieron a sus compañeros bambolear los capotes. Se premiaba al mejor, así que, con tal de ganar, el director acabó toreando de rodillas. "Las empresas reconocen que aprender a torear es mucho mejor para el team building que las actividades tradicionales, como el paintball".

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