Felipe Romero toreando en Jandilla, en el Curso de Aficionados Prácticos. |
Como muchos de vosotros me crié viendo películas del oeste
los sábados por la tarde.
Recuerdo que aquellos pistoleros señalaban sus proezas
haciendo con su navaja una marca en la culata de madera de su revólver.
Ha pasado una semana del Curso de Tauromaquia del Puerto y
os aseguro que no ha sido un curso más. Este ha quedado grabado para siempre
con una marca en el estaquillador de mi muleta.
La señal que dejan los hitos importantes en el currículum
taurino de este aficionado.
Os diré por qué.
Porque para mí el toreo sin pasión y emoción acaso
no sea más que un juego irracional.
Por eso este curso lo he vivido - desde que me
inscribí - intensamente, con verdadera emoción y he gozado viendo en
los ojos de muchos compañeros el brillo de quien se siente torero a más no
poder.
Porque para mí el toreo sin expresión y
competencia acaso no sea más que una monótona sucesión de faenas
perfectamente prescindibles.
Por eso he disfrutado tanto de este curso sintiendo como
desde el más novato al más toreado de los compañeros dejaban ir hasta su propio
aliento detrás de cada muletazo, regalándonos a los demás lo mejor de sí mismos
y queriendo, por un instante, borrar si fuera necesario al mismísimo Juan
Belmonte.
Porque para mí el toreo sin miedo e incertidumbre acaso
no sea más que una más de las tristes rutinas que nos rodean.
Por eso me conmovieron esas dudas a media voz del sábado por
la noche – no sé si mañana seré capaz - buscando en
los compañeros esa seguridad imposible. Confidencias de quienes sin apenas
conocerse, probablemente nos reconoceremos como amigos el resto de nuestra
vida.
Porque para mí el toreo aficionado acaso sea la más
sabrosa combinación de vanidad y humildad que pueda
degustarse.
Para la vanidad, me llevo de este curso un guiño de
aprobación del maestro Galloso después de dibujar un quite de espontáneo con el
capote en Vistahermosa y el íntimo orgullo de haber toreado mi primer becerro
en un lugar emblemático como Jandilla.
Para la humildad, me llevo dos ignominiosos pinchazos al
carretón en la Plaza Real del Puerto y el punto amargo de no haber sido capaz
de rematar mi actuación en el tentadero como el animal y la ocasión merecían.
Quería daros las gracias a todos, organizadores,
profesores y compañeros porque finalmente me habéis mostrado la plenitud del
toreo que acaso no sea más que todas esas cosas que cincuenta y tantos locos
tenemos en la cabeza.
¡Casi nada!
Felipe Romero Salvachúa
Aficionado práctico taurino.
De eso vivimos los mas de cincuenta y tantos que mencionas Felipe,se de que me hablas, y se que sientes,hoy al ver tu foto he podido disfrutar como tu el día que toreaste ese añojo,siempre con la sana envidia de no poder estar con vosotros, los aficionados Practicos de Málaga te damos felicitamos, a ti y los compañeros de afección,espero poder compartir un dia con vosotros, Saludos El Conde....
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