lunes, 12 de diciembre de 2011

Corbacho, eterno samurai, apoderado y gurú de José Tomás, con los Aficionados Prácticos Taurinos.


Corbacho, con gorro y barba, atento al tentadero.



Foto de grupo con Corbacho y todos los participantes en el tentadero.
  

Antonio Corbacho se ha convertido en un descubridor de talentos y, su nombre, como tal, no pasa desapercibido para nadie. Ha sido una vida entregada al toreo. Le sobran atributos para ser protagonista; pero siempre declina la oferta porque, como él confiesa, “los importantes son los que se juegan la vida delante del toro”. Ayer, Corbacho se interesó por nuestros aficionados prácticos y admiró la capacidad de estos durante el tentadero celebrado en el Castillo de las Guardas.


Antiguo subalterno metido a forjador de toreros. Es el apoderado-gurú que supo ver y formar a José Tomás y después a Talavante  y que volvió a la guerra de los ruedos con Esaú Fernández.


Cuando Tomás no era más que un adolescente, Corbacho le infundió el culto por la figura del samurái, los señores de la guerra que buscan la felicidad de forma completa, plena y maravillosa, idealizan el honor, creen que el valor heroico no es ciego, sino inteligente y fuerte, y rinden absoluta fidelidad al emperador.

"Éste es el concepto que yo he intentado transmitir: que amando mucho la vida, la desprecie, si hace falta, ante el toro", decía hace unos años Antonio Corbacho, Pero su teoría va más allá: los toreros no tienen cuerpo. Juan Belmonte decía que hay que torear librándose del cuerpo, que es el sustento del espíritu, pero el que manda es el espíritu; tiempo después, sería Curro Romero quien cerraría el círculo filosófico: "Cuanto más asentadas están las plantas de los pies, más se siente la sensación de que te vuela el cuerpo".

 (Fuentes consultadas: Diario Hoy, El País y Semanal de El Mundo)

1 comentario:

  1. Extraordinario Personaje, ojala alguno subiésemos tenido alguien así en nuestra juventud.

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